Un Luka Modric renovado

Modric tiene que renovar, pero de momento lo que está es renovado a sus 35 años. Está dando continuidad al buen nivel que ofreció en el final de la temporada pasada tras el parón y ahora mismo es uno de los jugadores más en forma del conjunto blanco en el inicio de la actual campaña.

El croata exhibió todo su talento en La Cerámica para dirigir al Real Madrid. Lo hizo hasta que el físico le aguantó, porque las bajas han obligado a Zidane a exprimirlo más de lo que hubiera deseado y la semana ha sido dura para el 10 blanco: 223 minutos disputados en tres partidos en nueve días y un descanso interrumpido en el Villamarín por la lesión tempranera de Kroos.

Precisamente la baja del alemán, su socio habitual en el centro del campo, y la ausencia a su lado también de Odegaard -ante el Valladolid no jugó y frente al Levante saltó al campo cuando el 10 se marchó- ha obligado a Luka a multiplicarse para echarse al equipo a la espalda en la creación y liderar la medular. De hecho, ante el Levante Zidane le dio toda la responsabilidad. Escoltado por Casemiro y Valverde, el 10 blanco se dejó ver por todo el campo para organizar el juego del equipo. Y lo hizo de manera brillante.

El futuro de Modric lleva en el aire las dos últimas temporadas. En el verano de 2019 su continuidad ya empezó a no estar clara como una de las caras de la revolución blanca tras el fiasco de temporada. Tras ser clave en el arreón final del Madrid para ganar el título de Liga, su situación en el equipo se estabilizó a pesar de la llegada de Odegaard. El caso es que le queda un año de contrato y a este nivel Luka está en condiciones de soñar con una renovación que está complicada, pero no imposible. De hecho, su sucesor –Odegaard– no amenaza a día de hoy su condición de titularísimo para un Zidane que sigue confiando al ciento por ciento en su 10.

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