El equipo antes de todo…y de todos

Desde el mismo momento en el que Luis Enrique cerró su lista de convocados, en su cabeza tenía la idea de que para ganar la Eurocopa era necesario y hasta imprescindible, prescindir de algunos jugadores, de gestos que pudieran romper la convivencia del grupo. Eso era lo que estaba al alcance de la mano del seleccionador, no así todo lo que ha pasado a posteriori y que ha puesto a prueba a jugadores, técnicos y el resto de empleados que están alrededor de la España futbolística.

«Formo parte de un grupo de 24 jugadores y treinta y pico del staff, que aunque se dice siempre y es un topicazo, forma una familia. Nos han pasado multitud de cosas, no todas ellas positivas. Las hemos sabido solventar y el espíritu que se vive dentro de la selección es de mucha ilusión de mejorar, de ayudarnos. Uno cuando forma parte de un grupo es la mejor sensación, la más bonita. Cuando desaparece la palabra ego y aparece la palabra equipo, que empieza igual, pero que tiene otras letras diferentes, es una maravilla formar parte de ese equipo, no solo formado por futbolista, si no formado por mucha gente de muchos sectores, con muchas ganas de ayudar a España», afirmó el seleccionador tras el partido y después de ser preguntado por la felicidad que mostraba durante y después de lograr el pase a los cuartos de final.

La lista, el inicio de todo

La lista y la ausencia de Sergio Ramos fue el primer momento tenso en el camino de la Eurocopa. El seleccionador dio sus motivos para no contar con el entonces madridista, algo que alertó a muchos sectores del Real Madrid y que pasaron a considerarlo como enemigo de lo blanco por la ausencia del capitán y de Nacho. Si hubiera sido al revés, las críticas habrían llegado en la otra dirección. Algo parecido sucedió con el Celta e incluso con el Sevilla por Iago Aspas y Jesús Navas respectivamente. El técnico habló del equipo y los egos. Las interpretaciones son libres, pero todo coincide.

El Wanda y los gritos

El siguiente incidente llegó de la mano de los gritos en contra de Morata en el Wanda Metropolitano. Luis Enrique se puso por delante y pidió que los pitos y críticas fueran hacia él y que no señalaran a los jugadores, que lo único que podía conseguir era poner en duda el juego de los internacionales. Esa defensa gustó en el grupo, que lo tomaron como el primer mensaje de la imprescindible unidad.

Busquets, adiós al capitán

El positivo de Sergio Busquets y el episodio de Diego Llorente fue el siguiente escenario que se encontró la selección ya en plena concentración. El capitán, el que iba a ser la referencia tuvo que salir de Las Rozas en ambulancia, creando un estado de shock en la concentración. Los jugadores estuvieron durante una semana entrenando en solitario y no pudieron jugar ante Lituania. Incluso la Sub 21 tuvo que ser reclutada por si acaso, junto a jugadores como Albiol. Kepa, Brais Méndez…Todos acudieron a la llamada e hicieron piña a la distancia.

La vacuna, asunto de estado

Mientras, la vacuna se convirtió en asunto de estado, de debate parlamentario y de bar con b. Todo el mundo tenía su opinión. Luis Enrique exigió que todo aquel que estuviera en el staff fuera vacunado, algo a lo que en un principio sólo estaba reservado a los jugadores. El seleccionador tenía claro que la familia no puede dejar a nadie tirado y así procedió. El que no se quiso vacunar fue un Luis Rubiales que en todo momento ha confiado en el trabajo del técnico. Antes y ahora.

La competición se inició y los empates ante Suecia y Polonia, abrieron más debates con Morata de gran protagonista. «Jugarán Morata y diez más» afirmó el entrenador y el tiempo le ha dado la razón. Otro gesto que caló en el grupo.

El primer partido decisivo, el de Eslovaquia, llegó con la familia más unida que nunca. Gestos, carantoñas, besos… todo valía para mostrar lo que era el equipo. Goleada y subidón de confianza.

Los octavos pusieron a Croacia en el camino, pero lo que no se esperaba nadie es que se empezara el partido con regalo para los de Modric. Primer golpe, pero los jugadores seguían creyendo en lo que hacían y así llegaron los goles. Pero el fútbol no entiende de euforias y Croacia empató cuando nadie lo esperaba.

El resultado, una piña

La familia lejos de venirse abajo tiró de recursos. Apareció Unai Simón para enmendar lo que había hecho mal, para mas tarde ser Dani Olmo el que se puso a poner balones de gol, justo lo que logró Morata, sí el señalado y defendido por Luis Enrique. La piña fue espectacular. Todos tienen sitio en ella. La familia y uno más, como la película.

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